En México, comprender la canasta básica por generaciones permite analizar cómo los distintos grupos de edad enfrentan el costo de vida y acceden a los bienes esenciales para su bienestar.
Las mediciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) se basan en la línea de bienestar mínimo, que considera la canasta alimentaria y la no alimentaria, dos referentes clave para evaluar el poder adquisitivo de la población y su evolución entre generaciones.
¿Qué significa la canasta básica por generaciones?
El concepto de canasta básica por generaciones hace referencia a cómo varían los montos, patrones de consumo y necesidades entre diferentes cohortes, como millennials, generación X o baby boomers.
Si bien CONEVAL no publica una versión segmentada por edad, los valores actualizados de la canasta alimentaria permiten inferir diferencias entre generaciones en función del ingreso, el tamaño del hogar y los hábitos de consumo.
Analizar la canasta básica por generaciones implica observar el valor monetario vigente, los productos incluidos y los factores que influyen en la capacidad de compra, como la inflación o los cambios en la estructura familiar.
Datos clave sobre la evolución de la canasta básica
Según datos de CONEVAL, en septiembre de 2024 la canasta alimentaria urbana alcanzó un valor de $2,344.06 MXN por persona al mes, frente a $2,243.12 MXN en 2023, lo que representa un aumento de 4.5 %.
En el ámbito rural, el costo pasó de $1,721.14 MXN a $1,786.88 MXN, con un crecimiento de 3.8 %.
El organismo advierte que la disponibilidad para adquirir esta canasta sigue siendo un desafío, sobre todo en zonas rurales y entre grupos con menor ingreso.
Este contexto impacta directamente al analizar la canasta básica por generaciones, pues refleja cómo el entorno económico influye de forma distinta en cada grupo etario.
Implicaciones empresariales de la canasta básica por generaciones
Para las empresas, comprender la canasta básica por generaciones ofrece información valiosa para diseñar estrategias de compensación y bienestar más justas.
Entre las principales consideraciones se encuentran:
- Diseño de beneficios alineados a cada generación. Ajustar los montos de vales de despensa o incentivos según el perfil del colaborador mejora su percepción de valor y utilidad real.
- Impacto inflacionario diferenciado. Las variaciones en la canasta alimentaria afectan de manera distinta a quienes tienen diferentes responsabilidades familiares o niveles de ingreso.
- Preferencias de consumo. Las generaciones jóvenes tienden a destinar más recursos a alimentos preparados o compras digitales, mientras que otras priorizan productos básicos y ahorro.
- Planeación financiera. Conocer la evolución del costo de vida por grupo de edad ayuda a anticipar ajustes en programas de compensación y bienestar.
Estas variables permiten crear esquemas salariales más equitativos y fortalecer la satisfacción del personal.
Analizar la canasta básica por generaciones permite entender cómo los diferentes grupos etarios enfrentan los costos esenciales de bienestar y cómo esto repercute en la vida laboral y familiar.
Para las empresas, integrar esta perspectiva facilita diseñar políticas de compensación adaptadas, sostenibles y empáticas con las realidades económicas de su equipo.
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