El burnout es más que cansancio: es un desgaste profundo, físico, mental y emocional.
Surge cuando el estrés laboral se vuelve crónico y no hay espacio para recuperarse.
Reconocerlo a tiempo es clave para evitar que se normalice y se convierta en un riesgo para toda la organización.
El burnout no es “mala actitud”, es un riesgo laboral reconocido por la OMS.
Algunas señales frecuentes son:
Estas señales no son individuales: reflejan condiciones estructurales de trabajo.
El burnout no solo baja el rendimiento individual.
También deteriora el clima laboral, aumenta la rotación y genera conflictos en los equipos.
En México, el IMSS estima que 7 de cada 10 trabajadores presentan síntomas de estrés laboral, lo que hace al país uno de los más vulnerables en América Latina.
Ignorar el burnout es normalizar una bomba de tiempo.
Peor aún: muchas veces se confunde con “compromiso” o “dar el extra”.
El burnout no se soluciona con yoga ni frases motivacionales.
Se previene con acciones concretas de la organización:
La clave está en tratarlo como una respuesta sistémica, no como un problema individual.
Cuando el burnout ya es evidente, la respuesta debe ser rápida y empática:
No se trata de “arreglar al colaborador”, sino de corregir las condiciones que lo llevaron ahí.
El burnout no se soluciona con frases motivacionales: se enfrenta con acciones que demuestran reconocimiento y cuidado real hacia las personas. Bonos estratégicos, incentivos claros y beneficios prácticos son parte de la respuesta para reducir el desgaste y fortalecer la motivación del equipo.
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